Orlando Álvarez Crespo.-
Fue el alemán Artur Schopenhauer (1788 -1860) quien descubrió filosóficamente que la voluntad es la fuerza fundamental que mueve al mundo. La Historia Universal y la vida cotidiana nos muestran que los hombres materialmente más pobres, a fuerza de voluntad y constancia, han logrado grandes victorias. Espartaco, el gladiador, fue derrotado por el ejército romano, pero si tenemos en cuenta que era un esclavo que lideró a más de 10,000 hombres armados, su hazaña se hace grande e inmortal. El gladiador de Tracia solo tenía voluntad y resolución.
Con estas palabras introductorias vengo a hablar de la profesora Esperanza Lameda de Riera (1937), quien a sus 88 años de edad es la voluntad (y la terquedad) personificada, y más que voluntad es resiliencia, pues desde muy joven se ha sobrepuesto, con éxito, a todos los obstáculos que le han opuesto la sociedad y la cultura. Es una mujer que en nuestra Carora solo tiene parangón con la maestra Petra Crespo de Aldazoro y con la poetisa Naty Sierralta.
Carora, por ser una ciudad machista y conservadora, ha tenido vedada las posibilidades de progreso y superación personal al “sexo débil” que pare. Esas mujeres, que además que levantan una familia, se sobreponen a esa dura realidad merecen el aplauso y el reconocimiento de todos los ciudadanos responsables de la comarca. A esta saga pertenece Esperanza de Riera, madre, educadora y política que empieza a ser orgullo de este ilustre gentilicio caroreño. En el pasado no muy remoto se le puede comparar con doña Olga Oropeza de Gallardo, la hija menor del Dr. Ramón Pompilio Oropeza, educadora y figura pública de mediados del siglo XX. En la actualidad, a la Dra. Lida Álvarez Canelón, a Ermila Álvarez Perera y a la profesora Blanca Andueza de Álvarez, filántropa de los ancianos, forma la saga de mujeres caroreñas ilustres, fuera de serie.
A su madre Doña María Crespo de Lameda, maestra, le debe su “phillia” por la docencia, y a su entorno familiar le debe su inclinación por el cristianismo que la condujo hasta la Doctrina Social de la Iglesia y a su militancia en el Partido Social Cristiano COPEI, que en 1946 fundara su amigo personal, el Dr. Rafael Caldera. “Partido de godos”, por lo que tuvo uno de sus más grandes retos: venderlo como una organización popular.
Ya en los años 40 una humilde mujer del Torrellas, de tez morena y pelo maluco, Paula Dorantes, había dado los primeros pasos en este sentido, pero con poco éxito. Esperanza siguió ese trabajo proselitista y para ello usó una estrategia que no falla: el contacto personal constante y con mensaje reiterativo. Jesús Morillo Gómez, con su verbo incendiario y florido, su carisma y su “locura” aplastó localmente al otrora Partido del Pueblo, Acción Democrática. El exseminarista coriano consiguió un terreno parcialmente abonado por Paula Dorantes y por Esperanza de Riera.
Esperanza se pudo haber conformado con su empleo de docente, pero su voluntad de superación la impulsó a participar activamente en política. Fue dirigente magisterial durante largo tiempo, fue Presidente de Copei en el entonces Distrito Torres y Presidente del Concejo Municipal de Torres. Fue Diputada al Congreso Nacional durante dos pedidos. Ah; y fue quien sacó al abogado, futuro sacerdote, Alberto Álvarez Gutiérrez, de su zona de confort para que en nombre del socialcristianismo recorriera todo el vasto municipio Torres.
A Esperanza, calderista de corazón, le correspondió asumir la coordinación de Convergencia (El Chiripero) en Torres con el cual Caldera derrotó al bipartidismo adeco-copeyano. Doña Esperanza no descansa en sus ajetreos políticos. Es una hoplita de la política. A sus 88 años, y desde que el chavismo llegó al poder, está de pie en la acera del frente. Como buena demócrata está convencida que la forma más idónea de acabar con esta pesadilla orweliana, llamada madurismo, no es con la guarimba ni con actos de fuerza, sino con la organización y la movilización pacífica, pero masiva y contundente, de los ciudadanos. Por ello anda (y ahora y hasta ahora enhorquetada en moto) recorriendo la ciudad con el pregón de la recuperación de la democracia.
Esta semblanza apurada de Esperanza de Riera da razón del porqué la fundación “Leonardo Ruiz Pineda”, que preside el sociólogo caroreño Justiniano Vázquez, decidió recientemente rendirle un cálido, merecido y hermoso homenaje que tuvo lugar en la acogedora posada de eventos especiales “Casa Belén”. El evento sirvió, además para proponer y planificar homenaje a otras figuras caroreñas útiles que, con su industria, arte y ciencia han contribuido al engrandecimiento de esta Patria Chica que es muy grande. En Belén resurgió la Esperanza.
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