Edgar Ramírez Túa.-
Sociólogo/urbanista.
Los destinos favoritos de los venezolanos – dentro del país – son la playa y la montaña -. Carora y el resto del municipio poseen pocos de tales recursos, por tanto, debemos hacer esfuerzos mancomunados para lograr que grupos nacionales y por qué no extranjeros, vengan a descubrir y disfrutar de un abanico de diversas manifestaciones, en las cuales tenemos largo camino andado, probada experiencia y conocimientos para que resulten atractivas y competitivas.
Pero hemos sido tímidos y/o poco arriesgados en ofrecerlas en el mercado, El objetivo de este ensayo es hacer un recuento de la actividad turística local, y lo más importante, presentar un inventario de algunas de estas manifestaciones, colocando el acento, en la importancia que revisten para ser incluidas en el calendario turístico de Carora.
Leyendo el interesante e ilustrativo artículo “Del Buen Humor Criollo” escrito por Ramón Herrera Zubillaga y publicado en el Diario de Carora el 1° de febrero de 1977, podemos concluir que la ciudad, en los años 30 y 40 del Siglo XX era visitada fundamentalmente por vendedores de firmas que abastecían el comercio local.
También cuenta de la existencia de un conjunto de hoteles en los cuales se registraban. El más nombrado era el Bolívar propiedad del Cojo Álvarez y los responsables de la propaganda eran Beto y el Mocho, quienes hacían su trabajo en El Trasandino en las puertas de los automóviles que arribaban a la ciudad.
Otros fueron el Hotel Principal de don Miguel Ángel Meléndez, el América propiedad de don Eliseo Perera, y a la lista se anexan El Comercio de Midonyes Herrera que posteriormente pasó a manos de Manolipe Alcalde y de doña María.
También pensiones daban alojo a los viajeros. La Libertador de Justo Matute, la Gómez de Miguel Gómez y la Santa Eduviges de Mey Riera.
La oferta se reducía a la ocupación habitacional y al consumo etílico, pues a decir del autor ya citado, “todos estos hoteles y pensiones tenían estupendos botiquines …”.
A partir de la segunda mitad de los años 50, una nueva oleada de visitantes comienza a pernoctar en la ciudad. Los productores agropecuarios, al igual que los vendedores y técnicos del sector son atraídos por la celebración de la Feria Agropecuaria.
Algunos de los hoteles antes mencionados y nuevos como el Bologna y El Mara ofrecen alojamiento. Este último dotado de aire acondicionado en su estrenado moderno edificio. Sin olvidarnos, que muchos ganaderos locales recibían en sus casas a colegas del ramo y/o personalidades del gobierno invitados al evento ferial.
En el año 1969, se agrega a la lista la Posada Madre Vieja, la cual es puesta al servicio de visitantes y locales con motivo de la celebración del Cuatricentenario de Carora. Es una propuesta innovadora, pues incluye el restaurante en su emblemático caney y la discoteca El Titirijí, en la cual dimos los primeros pasos al ritmo del yeyé gogó. Una de las canciones más sonadas era Dalila interpretado por Tom Jones, versionada en inglés, of course.
En la década de los años 90 irrumpe un nuevo target de visitantes en el espectro turístico de Carora y el municipio, los cuales son atraídos por la celebración de la Fiesta de la Vendimia promocionada por Pomar, perteneciente al grupo Polar.
Desde los inicios de la explotación vitícola en los viñedos ubicados en Altagracia en la Otra Banda y la instalación de sus bodegas en la Lara Zulia muy cercanas a la ciudad en 1986, ambos espacios han sido escenarios de múltiples actividades incluidos en su paquete turístico.
Anualmente, durante los meses de marzo-abril y agosto-septiembre, por un período de 4 semanas, los visitantes no solo disfrutan de las experiencias incluidas en el plan e itinerario de visitas,también hacen vida en la ciudad, demandando una diversidad de bienes y servicios.
Entre estos se apuntan el alojamiento, lo cual ha estimulado a emprendedores locales a iniciarse en el negocio de las posadas. Tomando en consideración la fecha del inicio de sus operaciones, solose incluirán 3 de ellas, pese a las numerosas que se han venido sumando progresivamente.
La pionera es la Posada El Cují de Edgar Ramírez Túa, la cual abre sus puertas en el año 2005. Ubicada en la calle Comercio de la Zona Colonial, recientemente ha sido renovada, pero manteniéndose fiel a su carácter ecléctico y funcional constituyéndose en un referente nacional.
La calidad, belleza y confort de sus instalaciones y mobiliario se mantiene, al igual que su excelente atención personalizada y la sabrosa carta gastronómica local.
Además del hospedaje –posee 3 habitaciones – ofrece la planificación y celebración de eventos hasta para 50 personas. Ello es posible gracias a la alianza concertada con prestadores de bienes y servicios altamente calificados, tanto de Carora como del municipio.
Mientras que, en el año 2012, la casona que dio alojo a la familia Herrera Perera, ubicada en la calle Lara, cedió su paso a la Posada Los Granados bajo la batuta de Cecil Álvarez y Yuyita.
edramireztua@gmail.com
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