A 50 años de la partida del líder revolucionario
Arianne Cuárez.- Con guitarra en mano y una voz trascendental, Alí Primera lloraba hace 50 años la muerte del comandante Ernesto “Che” Guevara y definía su paso por la humanidad como una de las ráfagas más fuertes de la revolución cubana y, también, latinoamericana.
“Caminando entre valles y montañas/ para siempre tu imagen guerrillera/ y tu sangre corre ya por nuestras venas/ y se agitan los techos bolivarianos”, decía el cantor del pueblo en su canción Comandante amigo en 1967, año en que la vida del Che fuera segada para siempre en La Higuera, Bolivia, cuando dos ráfagas de fusil -la primera sobre las piernas, y la segunda directo al pecho, al corazón- impactaran contra su cuerpo.
“Póngase sereno y apunte bien. Va a matar a un hombre”, fueron las últimas palabras de aquel soldado que no solo libró una y mil batallas desde los cerros, sino también elevó su voz en espacios como la Organización de las Naciones Unidas -ONU, en 1964- y se destacó en diferentes áreas desde la medicina hasta la escritura. Dan fe de ello una serie de importantes manuscritos que -muestra de una soltura literaria- describen su pensamiento, los destinos andados y los retos asumidos durante la vida, que constituyen hoy uno de los patrimonios históricos de su natal Argentina y otras naciones como Cuba y Bolivia.
Un legado que migró a las artes. El legado del Che ha trascendido a otros espacios como las artes.
Alí Primera no ha sido el único que ha dedicado canciones a su memoria. El chileno Víctor Jara -otro portavoz de la lucha de los más humildes- escribió en 1969 la Zamba del Che, tema que al compás de la guitarra y la caja destaca el compromiso de Guevara con la defensa de los derechos humanos. “Selvas, pampas y montañas/ Patria o muerte su destino”, cantaba Jara.
La lista sigue creciendo e incorpora a los argentinos Atahualpa Yupanqui (Nada más, 1957), y La Mona Jiménez (El pueblo te ama, Che Guevara, 2006), y hasta Los fabulosos Cádillacs le dedicaron el tema Gallo rojo, en su disco El León, lanzado en 1992.
El cubano Silvio Rodríguez describe al Che en Canción del elegido (1975) como un hombre diferente a todos los que hasta ahora haya conocido: “No voy a hablarles de un hombre común /Haré la historia de un ser de otro mundo /de un animal de galaxia /Es sobre un ser de la nada”, dice el trovador, autor del tema Fusil contra fusil (1971), también para el líder militar.
En cuanto a su presencia en los libros, el trabajo más popular es el del fotógrafo cubano Alberto Korda, autor del retrato más notable del Che y también de un extenso registro que se recopila en Diario de una revolución (1997).
La poesía que el Che siempre llevara a todas partes en su mochila -César Vallejo era uno de sus autores predilectos- fue presentada en Guatemala en el título Che Guevara, poesía reunida, que también reúne algunos versos suyos.
Asimismo, la editorial española Anagrama publicó en 2007 una biografía del argentino escrita por Jhon Lee Anderson, y titulada Che Guevara: Una vida revolucionaria.
El cine no se ha quedado atrás. En 2008, el cine español estrenó la cinta Che, obra biográfica protagonizada por el puertorriqueño Benicio del Toro.
Años antes, en 1997 el cubano Miguel Torres estrenaba una película del mismo nombre, en la que daba un recorrido por la vida del líder militar y dejaba clara la lucha que dedicó, cada uno de sus días, al trabajo político y social.
La lista crece con las cintas Che Guevara, dirigida Josh Evans (2005), y Diarios de motocicleta, de Walter Salles (2004). Sobran las huellas del legado del Che en las artes de la región. Sin embargo, 50 años más no serían suficientes para contar toda la energía que, a pesar de su ausencia, sigue naciendo.
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